España es el país de la Unión Europea con más trabajadores en plataformas digitales o la llamada “gig economy”. ¿No sabes lo que significa este anglicismo? Podríamos traducirlo como “economía de los encargos” o “economía de las pequeñas tareas”.
El término gig pertenece al mundillo de las artes escénicas y la música. Así llaman los anglosajones a una actuación corta, teatral o musical, lo que coloquialmente conocemos como “bolos”. Haciendo una generalización de esta idea y aplicándola al mundo laboral, podemos hablar de un trabajo que se realiza en un periodo limitado de tiempo, generalmente corto.
Este término no es nuevo. Nació hace más de una década en EEUU y en la actualidad es elegido por un gran número de personas para obtener unos ingresos extras que complementan salarios insuficientes, o como solución provisional mientras surge una oportunidad laboral más formal o estable.
Los pilares de la gig economy son la flexibilidad y la comunicación online
La clave está en la libertad y flexibilidad laboral, ventajas tanto para el trabajador como para quien contrata. También en la deslocalización. La tecnología es un factor que ha influido, sin duda, en la implantación de este modelo en el que se pueden asignar encargos a los profesionales más dispuestos y mejor preparados, independientemente de su ubicación. La contratación es personalizada y se basa en un acuerdo entre las necesidades y los objetivos de ambas partes.
La personalización de la jornada de trabajo de la que hablamos hace que esta tendencia se haya afianzado entre freelancers y nómadas digitales. Por lo general, estos trabajadores son más productivos en ambientes no corporativos y prefieren marcar su propio horario de trabajo y sus ritmos. El teletrabajo es un realidad al alza y el empresario sabe que obligar a que los empleados estén en la oficina es una opción laboral obsoleta. El 56% de los freelancers trabaja desde su casa, un 26% lo hace desde una oficina compartida y un 18% desde un co-working, Ssgún datos de Workana.
El 56% de los freelancers trabaja desde su casa
Pero no todo son ventajas. El problema de esta economía basada en encargos puntuales está en la calidad de esos puestos y la alta tasa de rotación. Por lo general, estos obreros del siglo XXI como los ‘riders’ de Glovo o Deliveroo, empleadas de limpieza del hogar y programadores o traductores freelance, no llegan al salario mínimo, no tienen vacaciones y, por supuesto, no se pueden permitir enfermar.
La flexibilidad es un valor interesante para cualquier profesional, pero vamos camino de construir esa flexibilidad sobre los pilares de desprotección y la explotación. Está claro que el “empleo de por vida” está en horas bajas. Hoy día es casi imposible terminar la carrera profesional en la misma empresa en la que la comienzas. Cada vez hay más trabajos independientes que ofrecen mayor flexilibilidad y ventajas para mantener un equilibrio entre la vida profesional y personal, pero en muchos casos dejan atrás ventajas y derechos laborales que hasta hoy han sido básicos.