Seguramente hayas escuchado hablar de la burbuja emprendedora. Hay quienes dicen que se habla demasiado de los emprendedores, que las startups se preocupan mucho del marketing y poco de vender, que se está transmitiendo la idea irreal de que emprender es fácil y rápido… Javier García ha escrito, junto a Enrique González, la “La burbuja emprendora, un libro ameno en el que nos dan su visión de cómo está el emprendedor en nuestro país. No deja indiferente al lector.
¿Quién es Javier García? Es un economista padre de dos niñas que está lleno de pasiones. Es un apasionado de la escritura, del aprendizaje sin descanso y de disfrutar cocinando nuevos proyectos empresariales. Le apasiona dominar el riesgo y la incertidumbre, a priori indomables, pero con herramientas, experiencia y trabajo duro, según él, se puede llegar a lograr. Disfruta desconectando cuando sale a correr por el monte y cree en el trabajo duro, en el sacrificio y el foco como método para lograr grandes metas personales. Según el propio Javier, aunque es economista le da el valor justo al dinero. Para él, lo más sólido es crear negocios con valores claros, personas sanas y adecuadas y una propuesta de valor indisoluble… eso y una orientación a beneficios desde el primer momento, es una apuesta ganadora.
Javier, ¿qué es eso de la burbuja emprendedora?
Emprender, crear negocios, hacerlos crecer, crear empleo y riqueza. Nada hay de malo en todo eso. La burbuja aparece cuando ese proceso se prostituye de forma IRRACIONAL, animado por medios, eventos, políticos, analistas y todo un ejército de nuevos jugadores en esto de emprender —mentores, coach, incubadoras, aceleradoras, business angels… han transmitido como un ventilador que el proceso de emprender es algo lineal, fácil y barato y en realidad no lo es. Tiene muchas curvas, valles, montañas, cuesta mucho sacrificio humano y económico y, para nada es predecible. Se requieren capacidades, cicatrices, experiencias, gestionar equipos, saber llegar a acuerdos, vender —ni siquiera los buenos productos se venden solos—, tener buena y útil tecnología —pero ni la mejor tecnología es garantía de que tu producto se venderá sólo y arrasará con la competencia.
“Se ha vendido de forma irracional que se puede emprender desde un garaje o un co-working, sin apenas dinero y eso sólo ocurre con cuentagotas”.
¿Qué se encuentra quien lee tu libro? ¿Qué cuentas en él y qué pretendes aportar al lector?
Se encuentra un libro que trata de ser ameno. Que está construido en positivo. Con casos reales. Pero sobre todo que capítulo a capítulo va enseñando los fundamentos más importantes en la construcción de un negocio. Aparecen conceptos que no suelen estar en esos eventos tan cool. Aquí se habla de negocio, propuesta de valor, precios, costes, caja, deuda, capital, crecer, equipos… Pretendemos que el lector pueda ir respondiendo ciertas preguntas claves que no suelen ser muy habituales: ¿Cuándo es el momento de endeudarse? ¿Invertir es igual que crear un negocio rentable? ¿Qué hay que hacer para sortear el valle de la muerte, ese momento complejo sin ventas y con muchos costes? ¿Qué capacidades hay que tener para liderar una empresa? ¿Hay una única forma de hacer las cosas? No, y verás cómo siempre hay formas de gestionar la complejidad.
¿A quién va dirigido?
A toda aquella persona que quiera emprender. O quien ya tiene una empresa y quiere enfrentarse a un proceso de crecimiento, porque aporta muchas claves en este sentido. También creemos que es muy útil para aquella persona que tiene ahorros y está pensando si invertir en startups o no. ¿Cómo evaluar los proyectos? ¿Qué riesgos asumo? ¿Es lo mismo invertir en startups que en bolsa? ¿Por qué? ¿Cómo protegerse? Y esto vale también para la persona emprendedora que le pide fondos a sus padres, por ejemplo.
A lo largo de tu trayectoria profesional has creado tres empresas y actualmente trabajas diariamente con emprendedores. Según tu experiencia, ¿cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta el emprendedor?
El problema principal está en la primera venta, después la segunda y seguido la tercera. Y que esa venta empiece a dejar el suficiente margen como para soportar la estructura de costes que requiere mantener el negocio a flote. La clave es por tanto pensar, ¿y cuándo llegará el primer contrato o el primer cliente y, sobre todo, qué tengo que invertir o gastar para llegar hasta ese momento? Hay que hacer muchas cosas antes de que llegue el primer cliente, hay que saber qué quiere, si está o no dispuesto a pagar por eso, si lo que ofrecemos tiene sentido, cuántos clientes hay, es decir si existe mercado suficiente, cómo voy a llegar a ellos. El problema es que para llegar al primer cliente hay que tener tantas cosas bien resueltas antes (producto testeado y prototipado, canal de venta, precios, análisis de la competencia, marketing diferencial,…) que muchas empresas no son capaces de salir de ahí, o pretenden hacerlo a base de rondas y rondas de financiación. Si no eres capaz de llegar a cliente con tus propios recursos, y de forma ágil y diferenciarte, tienes un problema. La idea igual es realmente buena, pero igual no la puedes ejecutar tú.
“Si no eres capaz de llegar a cliente con tus propios recursos, quizá tengas una idea realmente buena, pero no la puedes ejecutar tú”.
¿Para triunfar es necesario haber fracasado previamente? ¿Qué piensas de los emprendedores recurrentes o en serie?
¿Para ser buen buzo hay que ahogarse? ¿Para ser buen atleta hay que romperse la crisma? ¿Para ser cocinero te tienen que amputar una mano? El fracaso está sobrevalorado y está prostituido. Una cosa es aprender de los errores, cosa que hacemos todos y todos los días y otra cosa fracasar. Cerrar un negocio en el que has puesto todo tu dinero, expectativas, ilusión y que te ha hipotecado puede ser el mayor golpe psicológico al que te tengas que enfrentar en la vida. Y eso no es algo que te ayudará a lanzar el siguiente negocio. Ahora bien, si tienes un negocio y ves que va mal y cambias, sin arruinarte, si lo que falla lo cambias y lo mejoras… es decir, si detectas errores, los destripas, aprendes y vuelves a intentarlo, entonces SI, eso te hará más fuerte. Pero eso no es fracaso, se llama prueba y error y es la esencia del conocimiento y del método científico. Los que van pasando de unas empresas a otras, cerrándolas por el camino, y hacen perder el dinero de sus amigos o inversores tienen los días contados. En finanzas el principal activo de una persona es la confianza. Si has creado una empresa, la vendes, vuelves a intentarlo, te sale mal (pero no te arruina), vuelves a intentarlo y te sale bien y así sucesivamente. En estos cosas me parecen personas valientes y hay que hacerles una estatua.
“El fracaso está sobrevalorado. Los que van pasando de unas empresas a otras, cerrándolas y haciendo perder el dinero de sus amigos o inversores, tienen los días contados”.
¿Es España un buen país para emprender? Según tu experiencia, ¿qué aspectos deberían cambiar?
Se ha tirado más de discurso que de chequera. Nos hemos preocupado sobre todo de los edificios, los nombres chulos y anglosajones, los eventos, los premios y alguna solución fiscal que ayude a la gente a lanzarse a emprender (bajando las cuotas de autónomos). Pero España tiene un serio déficit de jóvenes empresas capitalizadas así que ¿por qué no se incentiva que aquellas empresas jóvenes que no repartan beneficios, cuando los tienen, si los re-invierten en sus empresas para crecer no tributen impuestos de sociedades? Aquí penalizamos que las empresas crezcan y tengan más músculo financiero, lo que es un error. Otro aspecto importantísimo es que las empresas que empiezan no pueden pagar a profesionales de alto talento e incorporarlos a sus equipos. No está incentivado, para nada, facilitar pagar en acciones, como sí lo está en otros países mucho más avanzados. En países como el Reino Unido, hay incentivos fiscales muy fuertes en las primeras etapas de la vida de una empresa, no se paga NINGUN impuesto hasta llegar a unos límites o un tiempo. Es decir, si queremos hacer una verdadera alfombra roja para los emprendedores, hagamos cosas que tengan impacto y dejemos los discursos que manden a los jóvenes y a los parados a situaciones que pueden acabar con un problema serio. Y, sobre todo, trabajemos como país para crear todos los incentivos legales, fiscales y financieros para que las empresas crezcan, sobrevivan y creen riqueza.
“En España penalizamos que las empresas crezcan y tengan más músculo financiero”.
Tenemos a los jóvenes más formados de nuestra historia y ese talento no es absorbido por el tejido productivo. ¿Crees que esa falta de alternativas laborales está llevando a emprender sin valorar los riesgos reales?
Absolutamente y es un dolor. Un tejido empresarial que no está especializado de forma recurrente en crear valor añadido y conocimiento, no demanda empleo cualificado. Esos jóvenes recien formados tienen que empezar a tener sus propias cicatrices, experiencia laboral, asumir responsabilidad, trabajar en equipo, buscar soluciones a problemas complejos… Sin esta parte de acceso al mercado laboral su formación y su capital humano se tira por el desagüe, es una sangría silenciosa que un país no se debe permitir. Es una reducción en nuestras posibilidades de crear empresas más innovadoras, más globales, más productivas, con más capacidad de generar empleo de calidad. Los jóvenes son los más olvidados, y decirles “no te apuntes al paro, paga 50 euros y hazte autónomo”, sin todas esas cicatrices previas es un suicidio social.
¿Le estamos dedicando demasiada atención a los emprendedores? ¿Son la solución al problema del desempleo?
La salud de una economía se mide según el oxígeno y la calidad de sus empresas. Necesitamos más empresas y mejores. Empresas que crezcan, que busquen soluciones a problemas reales, creen riqueza, empleo y piensen en global. La recuperación del paro en Europa la están logrando las pequeñas empresas que pasan de 5-10 empleados a 75/100 empleados. Cuando crecen muchas empresas hay progresos en el empleo muy importantes. Pero con una tasa de mortalidad en etapas tempranas del 80% esto es muy difícil de conseguir. La clave no es sólo que las empresas se creen sino que CREZCAN, porque tienen modelos de negocio sólidos, son diferenciales y aportan valor a sus clientes.
A partir de aquí, tener en vena cultura emprendedora hace fuerte a un país, y más resistente ante los problemas económicos. Mucha gente me pone el caso del MIT donde trabajan en soluciones a problemas y necesidades humanas, en futuro, en tecnología avanzada. Es un microcosmos mundial de talento que construye el futuro tecnológico. Y el paso «natural» de quien toca esa realidad es llevarla al mercado lo antes posible. Aquí sería deseable también, pero es francamente difícil. No veo a las empresas, como en el MIT aportando dinero —mucho dinero— a la universidad ni involucrándose en proyectos de innovación con el mejor talento internacional. Pero está bien trabajar en esa dirección. Lo que no está bien es sustituir los recursos y el talento con mensajes poco realistas a los jóvenes. No les podemos decir: lo importante es la idea, el dinero llegará a tus bolsillos con gran facilidad, no importa tu formación, tu experiencia y tu capacidad para crear equipos, vete al notario ya, hazte autónomo y todo lo demás vendrá solo. Una empresa es más que la suma de sus partes, es un puzzle complejo. No se puede emprender sin conocer las piezas de ese puzzle, los fundamentos, y luego puede que lo logremos o no, pero desde luego no nos tiremos a la piscina sin agua.
“La recuperación del paro en Europa la están logrando las pequeñas empresas que pasan de 5-10 empleados a 75/100 empleados”.
Muchas de las startups españolas cierran rondas de financiación sin haber conseguido un solo euro pero aparecen en los medios de comunicación como proyectos de éxito. ¿Crees que enfocan más sus esfuerzos en el marketing que en vender?
La mayor prostitución de lo que es una burbuja emprendedora es cuando las empresas se las valora socialmente por el dinero que consiguen de los inversores, no por sus clientes, ni por sus productos, ni siquiera por el valor añadido que generan. Dinero privado que acaba en empresas con fuertes pérdidas —con la esperanza de que un día acabarán en grandes beneficios— no es PIB es una apuesta. Las apuestas las pueden hacer quien las pueden financiar. Dar la imagen constante de que lo deseable, lo bueno, lo ideal para darse a concocer es que inviertan en tu empresa no creo que sea muy buena. Si necesitas a un inversor es que no vendes, o lo que vendes no te permite pagar la fiesta… esa es la triste realidad.
¿Cuáles son los sectores con más futuro?
Tal es la complejidad de los negocios que ya no se sabe qué sectores son maduros, cuáles emergentes o dónde estará el próximo El Dorado. Reconozco mi sesgo, veo y trabajo en muchos proyectos de alimentación saludable —un campo de terrible expansión y potencial—, en afrontar el desafío energético limpio. En el uso de los datos para tomar mejores decisiones y mejorar la propuesta de valor a los usuarios. Y, sobre todo, soy muy fan de la revolución que vendrá en el campo de la medicina, nuevas tecnologías, nuevos fármacos, nuevas posibilidades. Sin olvidar otro campo que empiezo a conocer y me apasiona, la fabricación aditiva, la impresión 3D cada vez más accesible y que va a romper muchos conceptos y abrirá nuevas posibilidades de negocio. Hay mucha gente con mucho talento pensando en ideas que nos mejoren la calidad de vida y por las que pagaríamos. Una lástima que muchas de esas ideas no lleguen a España con tanta fuerza porque nuestras inversiones en I+D son ridículas. Tenemos un déficit anual en I+D con Europa que supera los 18.000 millones de euros. La brecha es tan grande que a veces uno se sorprende que con tan poco dinero (respecto a otros países avanzados) seamos capaces de lograr a veces tantas cosas.
“Tenemos un déficit anual en I+D con Europa que supera los 18.000 millones de euros”.
La geografía antes era decisiva y ahora casi no cuenta si tu negocio está conectado. ¿El presente está en el negocio online que necesita menos inversión inicial y tiene un público potencial mayor?
Cierto, pero no podemos olvidar también que las tecnologías también serán cada vez más caras. A medida que queramos resolver nuevos problemas (nuevos fármacos, movilidad eléctrica, energía más limpia, nuevas técnicas de fabricación) la tecnología requerirá más conocimiento, más inversiones y más sofisticación. Lo digital reduce fronteras pero la complejidad de la vida nos exige más especialización y continuos desafíos a nuestro conocimiento.
Un consejo para todo aquel que esté pensando en llevar a cabo su proyecto empresarial…
Que lea del tirón dos capítulos del libro:
- El primero, el capítulo 9: Born to emprender: manual de supervivencia… son entrevistas con personas que saben mucho, desde la trinchera, que las hemos entrevistado por su capacidad de contar la realidad. Lee con lápiz y papel ese capítulo y el siguiente.
- El capítulo 10: 12 ideas para lanzar tu negocio y alguna recomendación para financiarlo