En su mayoría están motivados por la inexperiencia, el desconocimiento del mercado, la prisa por obtener resultados y la falta de formación.
Aprender de los errores de los demás te ayudará a no pagar la novatada:
- No realizar un plan de empresa completo con un análisis de mercado y/o de viabilidad económica y financiera.
- Falta de asesoramiento: pensar que se es autosuficiente y no dejarse ayudar en aspectos que se desconocen.
- No elegir a los socios o personal adecuados.
- No informarse sobre el funcionamiento de otros negocios con la misma actividad.
- Inversión inicial demasiado alta.
- Establecer mal los precios de los productos. El precio no siempre es un factor decisivo de compra. No todas las veces resulta acertado poner excesivo énfasis en el precio bajo como estrategia. Se pueden resaltar otro tipo de ventajas competitivas, como la calidad, la garantía de suministro o la atención al cliente.
- Rigidez. Pensar que la idea de negocio no puede ser copiada y no innovar.
- Depender en gran medida de ayudas, subvenciones o financiaciones ajenas.
- No dar importancia a los trámites.
- Falta de especialización. Querer abarcar demasiados objetivos normalmente conlleva la dispersión.
- El inmovilismo: La idea y el plan de negocio deben ser flexibles y adaptarse al mercado.
- No reconocer los errores rápidamente para poder tomar decisiones correctoras.
- Incapacidad para dirigir y motivar al personal.