Cómo transmitir una imagen profesional a través de las redes sociales

EMPRENDER ES GUAY.   Emprender es bonito e ilusionante. En muchas ocasiones resulta tremendamente enriquecedor. Pero también es algo serio, es una opción que elegimos algunos (muchos) en la que hay mucho en juego: desde nuestro “pan de cada día” hasta la reputación profesional que nos ganemos, pasando incluso por el humor con el que llegaremos a casa.

Dedicamos horas, días y semanas a planificar nuestro negocio. Pasamos noches haciendo números, valoramos las oportunidades y las amenazas del mercado y nos preguntamos acerca de nuestras fortalezas y debilidades. Pasamos innumerables ratos entre cafés y bocadillos hablando con uno y con otro para no dejar cabos sueltos o, por lo menos, para intentar no dejarlos. ¡Y hasta en ocasiones arriesgamos nuestro patrimonio o el de nuestros allegados!

YO SOY EL VALOR DE MI EMPRESA

Y cuando decidimos arrancar, nos hacemos o encargamos una web, preparamos unos perfiles para las distintas redes sociales y nos tiramos al ruedo. Sin preocuparnos demasiado y sin dedicarle unos minutos al contenido de esa web y esos perfiles. Te has preguntado en alguna ocasión: ¿Cuántos de tus posibles clientes echarán un vistazo a tu web antes de entrevistarse contigo? ¿Cuántos de tus posibles clientes buscarán en tus redes sociales para ver qué dices o, al menos, para ver qué “pinta” tienes? ¿Estás preparado para causar una buena primera impresión? ¿O es preferible que no pregunten al sabio de Google?

Como se suele decir: “No hay una segunda oportunidad para una buena primera impresión”. Internet está aquí, junto a nosotros, ¡en la palma de la mano! Tan bueno… y tan malo a la vez. Tan rápido e inmediato que no te la puedes jugar o, mejor dicho, no te la deberías jugar.

ADEMÁS DE BUENO, DEBES PARECERLO

Nos hacemos llamar profesionales de esto o de aquello y transmitimos una imagen de cualquier cosa, menos de profesionales de esto o de aquello. Hacer surf mola (es solo un ejemplo), ¡claro que sí! Y quizás a mi futuro cliente le guste tanto como a mí. Pero seamos sensatos, las aficiones de mis posibles proveedores no definen la profesionalidad de los mismos; no determinan la capacidad real ni las competencias de esas personas como profesionales.

Hagamos un ejercicio mental. Imaginemos a distintos profesionales y pensemos qué imagen nos transmiten:

  • Un pintor de brocha gorda con traje y corbata
  • Un asesor fiscal con gorra de visera ladeada y sobre un patinete
  • Un cocinero embutido en un traje de cuero y con una fusta

Son casos inventados, es cierto, pero no distan mucho de la realidad. ¿Os parecen buenos profesionales? No tienen porqué no serlo, pero la imagen con la que se presentan no lo deja claro.

SIEMPRE POSITIVO, NUNCA NEGATIVO

Sin embargo, todo tiene su lado positivo. Estamos hablando de nuestro perfil de Facebook, de nuestro perfil de LinkedIn o de nuestra página web (entre otras opciones). Como bien refleja el posesivo “nuestro”, esos perfiles y esa página web nos pertenecen. Nosotros y solo nosotros debemos decidir qué mostramos. Visto así, se antoja como una ocasión perfecta para trabajar esa primera impresión. Debemos conseguir crear una imagen que resulte determinante, eficaz y sugerente a la hora de transmitir los valores y la experiencia que nos definen como profesionales. 

A la hora de presentar nuestras credenciales no todo vale. Dediquemos unos momentos a reflexionar acerca de nuestro trabajo, de los servicios que ofrecemos, de los valores que nos definen y de los elementos que nos hacen diferentes y únicos. Solo así, y con la ayuda de profesionales, conseguiremos transmitir una imagen profesional y en sintonía con nosotros.

Jordi Cahué, director de Sonriaporfavor.com