Lleva muchos años trabajando en torno al ciclismo urbano y ha conseguido hacer de su pasión su modo de vida. Era una idea que le rondaba la cabeza y, finalmente, hace unos 6 años, empezó a desarrollar el proyecto más seriamente. Un año más tarde nació El taller de Asier.
Trabajó algún tiempo como monitor de circulación por las escuelas de la ciudad, lo que le permitió hacer el estudio de mercado perfecto. Se dió cuenta del tipo de bicicletas con las que se mueve la gente a diario, bicis de batalla que en la mayor parte de los casos son un cúmulo de averías, y que en ocasiones no tenían cabida en ninguna de las otras tiendas de bicis de la ciudad, mucho más enfocadas a la venta.
“Si juntamos la necesidad con las ganas que tenía de desarrollar un proyecto por cuenta propia, nace El taller de Asier”.
Asier García, creador de El taller de Asier.
Comenzó solo y algunos meses después, dado el creciente volumen de trabajo, tuvo que contratar a una persona para que le echase una mano. Como en temporada de primavera-verano tenemos un pico de trabajo, este año hemos decidido contratar a una tercera persona para estos meses y poder así responder mejor a las necesidades de nuestros clientes, nos cuenta Asier. Son tres jóvenes (Jon, Roberto y Asier), chicos de la ciudad, aficionados a la bicicleta, ciclistas urbanos convencidos y grandes defensores de la bicicleta como medio de transporte.
Para Asier, una de sus ventajas competitivas es la localización del taller, justo en uno de los principales pasos ciclistas que unen el centro de la ciudad con los barrios del norte. Desde el principio, eso nos ha asegurado mucha visibilidad para nuestros potenciales clientes, apunta el creador del taller.
Nos sigue desvelando los secretos de su éxito. Nos cuenta que, “al ser Vitoria-Gasteiz una ciudad no demasiado grande y donde “todos nos conocemos”, hemos apostado por el boca a boca”. Esto, sumado a la buena relación que procuran tener con las tiendas de la “competencia”, quienes en ocasiones les mandan clientes directamente al taller, y el hecho de que colaboren activamente tanto en actividades del barrio como en el fomento y la educación de los ciclistas urbanos de Vitoria-Gasteiz, ha hecho que el número de clientes asiduos aumente cada día.
Ha conseguido que la inversión para la apertura del negocio sea con fondos propios y, como nos explica Asier, siempre han intentado realizar el mayor trabajo posible con la menor inversión. Poco a poco han ido adaptando el negocio hacia las necesidades reales de sus clientes. Trabajan con pocas marcas de bicicletas a la venta y procuran diferenciarse con ellas del resto de las tiendas de la ciudad, por lo que, como nos cuenta Asier, “nos ahorramos el tener demasiado capital en stock”.
Saben que la bici es el punto en común de gente muy diferente y el cliente tipo del Taller de Asier es básicamente cualquiera que esté buscando una bicicleta o tenga algún problema con la suya. No nos importa el uso que le dé, los recursos que tenga, lo lejos que venga o el idioma en el que pueda comunicarse con nosotros. Nuestra máxima es que el cliente salga de la tienda contento y con una solución, afirma Asier.
En tan solo 3 años de actividad y sin apenas inversión en publicidad, han conseguido que les conozca prácticamente todo Vitoria-Gasteiz. Los clientes vienen desde donde sea, aunque tengan otras tiendas cerca de casa. Esperan el tiempo que haga falta y confían ciegamente en el criterio de Asier. Se han convertido en un referente en la ciudad en cuanto a ciclismo urbano se refiere.
Además, el taller de Asier se ha convertido en un punto de encuentro de bicicleteros de todo tipo: riders de BMX, gente del piñón fijo, colectivos de ciclistas urbanos, cicloviajeros, amantes de las bicis antiguas… Incluso las salidas que hacen cada miércoles noche están muy asentadas y han creado una buena cuadrilla de amigos que salen a disfrutar del rodar en condiciones menos habituales.
Recientemente han iniciado el servicio a domicilio del taller, tanto para reparto como para la reparación. Para ello han invertido en una bici de carga para poder acometer estos trabajos, siempre siendo consecuentes con su visión de una ciudad más amable y con muchos menos vehículos a motor en las calles.