Fueron pioneros en introducir el huevo campero en los lineales de los supermercados de nuestro país y ahora son un referente en la producción de huevos de gallinas en libertad. Hace 20 años nacía la marca Pazo de Vilane como un proyecto familiar y las 50 aves en libertad con las que comenzaron han pasado a ser 100.000, comercializan 24 millones de huevos al año y facturan cinco millones.
Tal y como nos cuenta Piedad Varela-Portas, co-fundadora y directora de comunicación de Pazo de Vilane, se trata de un proyecto familiar para recuperar un patrimonio que pertenece a la misma familia desde el siglo XVIII. El objetivo era devolver a las fincas su razón de ser generando riqueza para el entorno rural donde se ubica, y para conseguirlo, regresaron al medio rural en una época en la que la tendencia imperante era alejarse del campo. Allí, en Antas de Ulla (Lugo), desarrollaron un proyecto que consistía en comercializar un producto de primera necesidad, el huevo, y convertirlo en gourmet. Más tarde llegaría la elaboración de mermeladas con un 80% de fruta producida en las propias fincas.
Fueron los huevos como podría haber sido otro producto. Lo importante no era el medio, sino el fin: recuperar el Pazo de Vilane y dinamizar un entorno rural en depresión. Pronto se dieron cuenta de que la gente pedía huevos camperos y que no los encontraba. Y si los había, solo podían comprarlos una vez al mes en la feria agrícola. Así comenzó el proyecto basado en la sotenibilidad y el cuidado animal que se topó con no pocos impedimentos. El principal, la financiación, como la mayoría de los proyectos emprendedores. Fue difícil convencer a los bancos de que este pequeño proyecto podía ser viable. En esa época, finales de los años noventa, nadie apostaba por invertir en el campo porque era un sector deprimido, por eso, el mayor éxito de Pazo de Vilane fue la motivación, añade Piedad.
Después de recorrerse toda Galicia vendiendo a puerta fría vendiendo los huevos de sus 50 gallinas, Piedad se adentró tímidamente en Madrid hasta que el gran salto llegó con el OK de El Corte Inglés de La Coruña. Fue en el año 1997 cuando la gran empresa de distribución se convirtió en el mejor escaparate para Pazo de Vilane.
Las gallinas de los huevos de oro
Según explica la fundadora de la marca, el paso de los años les ha enseñado el manejo del animal. Ahora son capaces de combinar la producción más artesanal con la exhaustividad y la calidad que el mercado exije. Miles de gallinas viven en libertad plena, tanto en la nave como en el prado. En el pazo de Vilane no existen las jaulas. Las gallinas son de raza lohmann e Isa Brown, y marchan libres, solas o en grupo, relajadas, sin engordes crueles. Ya lo dice su eslogan: “En Vilane no fabricamos huevos, cuidamos gallinas”. Ese es el lema que condensa lo que nos diferencia de las grandes empresas del sector, recalca Piedad.
En el período en el que están en producción, unos 14 meses, ponen entre 280 y 300 huevos, y para mejorar la calidad de sus puestas, las alimentan con una mezcla de cereales y leguminosas compuesta de maíz, trigo, soja, alfalfa y guisantes, además de lo que encuentran en sus paseos. Sus favoritos: las pequeñas hierbas, bichitos y los anélidos. El resultado, un huevo de color marrón, con un peso de unos 60 gramos y con un sabor que se había olvidado.
“No fabricamos huevos, cuidamos gallinas”
Pazo de Vilane es un proyecto de desarrollo rural, no solo una empresa que produce huevos. Tienen el firme propósito de enriquecer el territorio, y en ese sentido dan trabajo a personas de la zona. Esa es su línea de comunicación, basada en la vuelta a las raíces, y lo que hacen es contarlo, difundirlo y animar a la gente de que se puede hacer.
Llevan creciendo desde 2009 a dos dígitos, sin comerciales, sin una campaña de marketing y sin comercio electrónico. El marketing de Pazo de Vilane se basa solamente en un producto de calidad máxima, un embalaje original y el compromiso por el entorno rural y la sostenibilidad, apunta Varela-Portas.
Diversificación controlada
En busca de la productividad de la finca, han terminado aprovechando todas las opciones que da el terreno. Comenzaron con las gallinas y los huevos pero han terminado haciendo mermeladas y no se ponen límites. De momento, diversificación controlada la del sello Pazo de Vilane: unas mermeladas y unas conservas hechas con frutas de las fincas, todas ecológicas.
Emprender desde la raíz
El próximo objetivo de la marca es aportar a los emprendedores la experiencia de unos empresarios que han conseguido el éxito. Emprender desde la Raíz es un proyecto formativo que forma parte de la Responsabilidad Social y persigue dotar al alumnado de un empoderamiento suficiente que le permita desarrollar su proyecto a través de la toma de conciencia de sus cualidades como persona. No se basan en el proyecto de negocio, en la financiación o en las estrategias de venta. Creemos que detrás de todo proyecto de emprendimiento hay personas y hemos planteado un proyecto que mira a las personas, les acompañamos y apoyamos en el desarrollo personal del emprendedor, nos explica Piedad Varela-Portas.