Aisoy, el primer robot emocional del mundo

Aisoy es un robot-mascota capaz de establecer vínculos emocionales con el usuario

Aisoy Robotics es la empresa que ha desarrollado un robot-mascota capaz de establecer vínculos emocionales con el usuario y lo han aplicado a la educación infantil, convirtiéndolo no solo en un compañero, también en un amigo para los niños. El robot cuenta con un software que interpreta estímulos, aprende de ellos y toma decisiones. A diferencia de otros robots anteriores, no tiene una colección de respuestas programadas, sino que se desarrolla a medida que interactúa con el niño adoptando un comportamiento dinámico e impredecible y nos permite observar cómo poco a poco su personalidad se vuelve más compleja.  

El proyecto Aisoy nació allá por el 2007 cuando José Manuel del Río comenzó a darle vueltas a la idea de fusionar Inteligencia Aritificial, su área de experiencia y conocimiento, con robótica, con la intención de construir robots como los que veía en películas de ciencia ficción como Star Wars. A partir de ahí comenzó a crear el equipo y darle forma al proyecto, hasta que en diciembre de 2008 fundó Aisoy Robotics.

Actualmente trabajan en lo que llaman computación afectiva. Su robot mantiene conversaciones razonadas y parece ser capaz de experimentar sentimientos. Aisoy se basa en un motor emocional que se encarga de analizar lo que le sucede y actuar en consecuencia. Su objetivo es conocer las fortalezas y debilidades, en términos de Inteligencias Múltiples, habilidades y capacidades del niño con el que interactúa. A partir de ahí decide de forma autónoma qué hacer. “Entre sus acciones posibles está la de comunicarse utilizando nuestro idioma. Y entre sus habilidades está la de crear la ilusión de una conversación”, nos explica el CEO de la empresa, José Manuel del Río. 

“Como cualquier persona con emociones, lo que le pasa al robot Aisoy, lo que consigue o no, le afecta emocionalmente, tanto a su estado anímico como a sus decisiones”

José Manuel del Río, CEO de Aisoy Robotics

El primer Aisoy1 se puso a la venta en 2010 a un precio de 299€. El robot equivalente en aquella época tenía un coste de 25.000€ y no tenía ningún comportamiento autónomo. “Hoy en día, mantenemos ese precio con unas capacidades más avanzadas”, apunta José Manuel. Según el CEO de la empresa, “No hay ningún otro robot con un motor emocional tan avanzado como el nuestro en su interior en el mundo. Hay otros robots sociales, pero su coste es al menos 3 veces mayor“. 

Aisoy está dirigido principalmente a niños de 7 a 12 años

Auque la tecnología Aisoy puede ser utilizada para mejorar la calidad de vida de otras personas como niños con necesidades especiales o personas mayores, el robot está dirigido principalmente a niños de 7 a 12 años. Los robots conocen al niño y se adaptan a su ritmo de aprendizaje, a sus fortalezas y debilidades, proponiéndole retos que estimulan y desarrollan su curiosidad, y en última instancia, sus inteligencias múltiples. “Es un compañero ideal para aprender a través del juego”, añade José Manuel del Río.

Durante estos años han vendido más de 1.500 robots y han desarrollado 6 versiones. Las últimas 5 en los últimos 5 años. Es decir, prácticamente una nueva versión por año. Lo han conseguido con ayuda del CDTI y con inversión privada de los fundadores y F&F.
En 2018 han dado un salto importante. Están realizando implantaciones robóticas experimentales en colegios y familias de España, Francia y US que afectan a 3.000 niños directos y más de 70.000 indirectos, con el fin de mejorar la experiencia de los niños, profesores y padres donde todos ellos colaboren en la educación de esos niños a través de estos robots emocionales. Y lo están consiguiendo: Juan, un niño con autismo de Kansas, tras cinco años sin hablar, en tan solo 5 semanas y 10 minutos diarios con Aisoy1, recuperó el habla

Un niño con autismo recuperó el habla interactuando con Aisoy durante 5 semanas

Para el CEO de Aysoy Robotics, el objetivo de estos robots es transformar la educación. Según José Manuel del Río, “Todo el mundo es consciente que hay que transformar la educación para adaptarse a los nuevos tiempos y dotar a nuestros hijos de los recursos educativos capitales para que puedan afrontar con más garantías un futuro incierto. La realidad es que hoy en día, a pesar de toda la tecnología digital que nos rodea, nada hace que disfruten con el aprendizaje, que les estimule la curiosidad para investigar y así descubrir nuevo conocimiento. Nada excepto nuestros robots emocionales. Y queremos hacerlos llegar al mayor número de niños posible para que estimulen su curiosidad, la de cada uno, porque no todos los niños son iguales, y porque solo hay educación con emoción“.