Coworking es un término que se ha puesto de moda en los últimos años y que, debido a su mal uso, ha perdido su significado real. Muchos establecimientos se anuncian como “coworkings” cuando realmente son un alquiler de oficinas al uso, o un estudio al que le sobra un despacho y lo alquilan como “coworking”. Pero un coworking es algo más que un simple alquiler de espacio. Un coworking tiene la figura del gerente como pieza fundamental, una persona encargada de gestionar el espacio, dinamizarlo y ayudar al fomento de las comunicaciones y sinergias entre los coworkers. Esta persona es la encargada de aplicar ese factor humano del que, los mal denominados coworkings, carecen. Así es como define el término coworking el gerente de Bee Lab, Borja Arribas.
Un error común es pensar que el coworking es un sitio al que se va a pasarlo bien. Realmente el coworking es un lugar de trabajo que se adapta a tus necesidades y permite centrarte en tus tareas sin tener que preocuparte de nada más. Todo esto, por supuesto en un ambiente desenfadado sin las restricciones de una oficina tradicional, añade Jorja Arribas.
“Un error común es pensar que el coworking es un sitio al que se viene a pasarlo bien”
Borja Arribas, gerente de Bee Lab coworking
Bee Lab es un centro de trabajo donde desarrollar proyectos empresariales, trabajar y compartir ideas. Cuenta en el día a día con los dos impulsores del negocio, que siempre están presentes y organizan eventos para crear sinergias positivas entre los coworkers, un factor fundamental en todo centro de coworking. Alfredo y Borja, consultor de Recursos Humanos y diseñador gráfico respectivamente, valoraron la viabilidad del proyecto y se pusieron manos a la obra hace ya más de 2 años.
El 50% de clientes Bee Lab son nacionales y un 50% son expatriados
Como elemento diferenciador, Bee Lab se centra especialmente en acoger a expatriados que llegan a España a abrir su negocio. El objetivo, crear una red de contactos que facilita el asesoramiento necesario para emprender en un país con leyes y características sociales distintas a su país de origen.
Bee Lab cuenta con un local de más de 400 metros, con zonas diferenciadas, puestos flexibles, despachos, sala de reuniones, de formación, y una amplia cocina. “Un espacio de economía colaborativa en el que los gastos se reducen enormemente y te despreocupas de otros asuntos que puedan surgir“, añade Borja.
“El tiempo en el coworking se dedica exclusivamente a trabajar en el proyecto, por lo que la productividad se ve incrementada”
Borja Arribas, gerente de Bee Lab coworking
Para los coworkers, una gran ventaja es la amplia red de contactos profesionales a la que pueden acceder. Por un lado, comparten sus proyectos e ideas con otros profesionales y obtienen feedback, y por otro, huyen de las distracciones familiares o la soledad que se puede tener en casa.
Una vez al mes organizan una comida con todos los coworkers, ya sea “pizza-day”, “cachopo-day” o cualquier tipo de comida, pero sin duda lo que más triunfa entre los beelabpeople es el “chicken day”: pollos asados al carbón que comen juntos en el office. Todo ello como excusa para dinamizar la comunicación entre los miembros del coworking, por lo que periódicamente organizan desayunos o aperitivos cuando entran nuevos coworkers.
El cliente Bee Lab se divide entre autónomos y PYMEs en una proporción de 40-60%
Los puestos flexibles tienen un precio de 110€/mes mientras que los fijos tienen un coste de 195€/mes, aunque adaptan los precios a contrataciones de larga duración o a grupos numerosos. “Además, periódicamente publicamos ofertas y descuentos”, añade Borja Arribas.